#Opinión: Los Méritos de Vladimir Guerrero
La respuesta a la pregunta sobre si Vladimir Guerrero acumuló los méritos para ser elegido al Salón de la Fama de las Grandes Ligas es sí. La métrica tradicional que mide su actuación es elocuente. Promedio de bateo vitalicio de .318, el más alto entre los candidatos, el OPS de .931 es sexto y además, disparó 449 jonrones; la misma cantidad de Jeff Bagwell que está siendo señalado con mucha insistencia como un posible seleccionado, conectando asimismo 2,590 indiscutibles con 1,496 corredores remolcados. Todo eso logrado sin sospechas de ayuda artificial en la etapa de mayor auge de ese consumo.
No obstante, lo más impresionante de su calidad ofensiva no se mide con el método habitual. La combinación de swing libre, poder y contacto que demostró fue extraordinaria y poco común a cualquier nivel que se juegue béisbol. Poseía la habilidad de lograr el contacto con una bola que llegaba totalmente fuera de la zona de strike y enviarla a viajar distancias enormes. Es difícil encontrar en la historia del juego un bateador, con esa permanencia en las grandes ligas, que combinara una diferencia entre su promedio de bateo (.318) y su Porcentaje de Embasarse (.379) de apenas 61 puntos, demuestra el swing libre, y al mismo tiempo un slugging de .553 con apenas doce ponches por cada cien turnos al bate. Esa destreza no la cultivó, era parte de su naturaleza y la enseñó desde que se originó su carrera.
El inicio
La historia de su inicio como jugador profesional es seductora. Lo contrataron los Expos en 1993 con 18 años a pesar de presentarse a una prueba en ropa común, su situación económica no le permitía poseer un uniforme, pero la impresión causada y la estructura de su cuerpo generaron la seguridad de no dejarlo ir. Debido a la potencia de su brazo acordaron usarlo como lanzador para la campaña de ese año en la Liga Dominicana de Verano, pero al demostrar la inmensa capacidad que tenía para batear se convencieron que había que tenerlo en la alineación todos los días.
Su trabajo en el montículo se limitó a tres salidas, trasladado a los jardines logró .333/.351/.400 en AVE/OBP/SLG en 35 juegos. Al año siguiente estuvo muy por encima del circuito disparando para porcentaje de .424 con doce jonrones en 92 turnos, ¡ponchándose solo seis veces! Antes de finalizar la campaña viajó a la liga de la Costa del Golfo donde continuó esa ardiente ofensiva.
Dada su calidad natural como bateador tuvo una corta estadía en las ligas menores, pero pródiga. En 1995 fue líder de bateo (.333) en clase A baja, y en 1996 inició en clase A alta, pero ascendido a doble A al inicio, finalizó ganando el premio de Jugador del Año de las ligas menores. Subido a Grandes Ligas ese septiembre, los Expos estaban en medio de la lucha por el banderín de su división, sin embargo el manager Felipe Alou no dudó en colocarlo en el bosque derecho en una serie crucial contra sus principales contrincantes, los Bravos de Atlanta, debutando el 21 de septiembre.
En la clasificación de los mejores prospectos de Baseball America en 1995 había sido colocado en el lugar 85, en 1996 en el nueve y en 1997 en el dos. Un ascenso vertiginoso.
Su año completo como novato fue ese 1997, los Expos le entregaron el bosque derecho. Cuando la campaña terminó el premio de Novato del Año lo ganó Scott Rolen, pero Guerrero encabezó a todos los nóveles del circuito en AVG (.302) y Slugging (.483) y a pesar de que participó únicamente en 90 juegos debido a tres visitas a la lista de lesionados, hizo 10 asistencias en 84 juegos como guardabosque derecho, cuatro de ellas como out en la goma, enseñando la potencia de sus disparos. Encabezó en promedio de corredores atrapados en intento de conseguir una base extra con 5.1%.
Entre ese inicio y su final en el 2011, un total de 16 años, recolectó los números antes señalados que avalan su aspiración a Cooperstown.
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