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#MLB: Se cumplen 35 años del inicio de 'La Racha' de Cal Ripken Jr.

Cuando el 30 de mayo de 1982, el novato Cal Ripken Jr. salió a defender la tercera base de los Orioles de Baltimore ante los Azulejos de Toronto, ninguno de los presentes en el antiguo Memorial Stadium de Baltimore imaginó que sería testigo del inicio de una de las hazañas más impresionantes en la historia del béisbol.

Desde ese día, Ripken no paró de jugar pelota ininterrumpidamente hasta casi 17 años después, cuando el 19 de septiembre de 1998 dijo no más.

Fueron en total 2,632 partidos sin faltar los que jugó el 'Hombre de Hierro', quien en el transcurso de su racha dejó atrás el récord de 2,130 juegos seguidos del legendario Lou Gehrig, de los Yankees de Nueva York.

Se dice fácil, pero imaginen a un empleado de oficina que no falte ni un solo día al trabajo por 17 años, sobreponiéndose a una gripe común o un simple ataque de migraña.

A eso súmenle todo el esfuerzo y dedicación que requiere la preparación física para un deportista de alto rendimiento, trabajo en el gimnasio, fildear miles de roletazos en las prácticas, hacer swing tras swing hasta ampollarse las manos en las cajas de bateo.

Ripken fue, por sobre todas las cosas, un superestelar. Sólo así se justificaba ponerlo en la alineación cada día, incluso si atravesaba por una mala racha.

Y esa entrega diaria, unida a su indiscutible talento, le permitió acumular los números que lo catapultaron al Salón de la Fama de Cooperstown.

Novato del Año en 1982, Jugador Más Valioso en 1983 y 1991, Ripken es uno de los únicos 30 peloteros de entre los casi 19 mil que han pasado por las Grandes Ligas en disparar 3,000 o más hits, además de dejar un promedio de por vida de .276, con 431 jonrones y 1,695 carreras impulsadas.

Ese compromiso absoluto con el juego le ganó el respeto de los ocho managers que pasaron por los Orioles durante tantos años, desde Earl Weaver, quien dirigía al equipo en 1982, hasta Ray Miller, el primero en tantos años que no escribió el nombre de Ripken al entregar la alineación el 19 de septiembre de 1998.

No por gusto fue convocado a 19 Juegos de Estrellas seguidos.

El campocorto y antesalista de los Orioles no faltaba siquiera a esos clásicos de mitad de temporada.

El día antes del Juego de las Estrellas de 1996, celebrado en Filadelfia, el relevista puertorriqueño de los Medias Blancas de Chicago Roberto Hernández le fracturó accidentalmente la nariz a Ripken, al tropezar mientras los integrantes del equipo de la Liga Americana se sacaban una foto.

Con gran dolor, el Hombre de Hierro se enderezó el tabique, controló el sangramiento con unos apósitos y 24 horas después estaba sobre el terreno del Veterans Stadium, la antigua casa de los Filis, para el encuentro contra las estrellas de la Liga Nacional.

Para que se tenga una magnitud real de la hazaña del jugador de Baltimore, sólo él y Gehrig han eslabonado una cadena superior a los dos mil partidos seguidos.

Apenas cinco jugadores más han sobrepasado los mil encuentros en fila y exclusivamente uno de ellos, el dominicano Miguel Tejada, lo consiguió en el presente siglo XXI, cuando participó en 1,152 partidos entre el 2000 y el 2007.

Entre los jugadores activos, según Elias Sports Bureau, la seguidilla más larga la tiene el venezolano Alcides Escobar, de los Reales de Kansas City, con apenas 202 juegos, seguido por su compatriota Ender Inciarte, de los Bravos de Atlanta, con 107, y el dominicano Edwin Encarnación, de los Indios de Cleveland, con 102.

Seríamos demasiado absolutos si afirmáramos que nunca veremos a alguien romper la racha de Ripken, pero la realidad apunta a que es casi imposible repetirla.

No en estos tiempos en que muchos, muchísimos peloteros anteponen el dinero sobre el compromiso con el juego y por cualquier nimiedad se van a la lista de lesionados, en lugar de sobreponerse a molestias que en otra época no impedían salir a dejar el alma en el terreno.

Por Jorge Morejón / ESPN Deportes 

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