Header Ads

Manny Machado es la cara de la nueva identidad de MLB

El béisbol, Dios, qué juego tan brutal. Tan perverso. Hasta sádico, la verdad. cómo se mete bajo tu piel y te hace sentir miserable. Si pasas un rato en un camerino de beisbol uno se empieza a preguntar por qué alguien se pone a jugar esta cosa. A veces parece que todos en este deporte se despiertan cada mañana tratando de decidir si estarán enfadados o amargados. Apropiadamente, la palabra favorita del pelotero es grind, o fajarse, en castellano, como si el hecho de jugar 162 partidos en una temporada fuese el equivalente en el deporte de una expedición polar en el siglo 18. Incluso, los buenos momentos son considerados como engañosos, porque si hay algo que los peloteros conocen sobre el fajarse - o sea, esta dolorosa e infeliz experiencia de pasar seis meses de ir de superficie dura en superficie dura - es su capacidad infinita de hacerles poner los pies sobre la tierra.

Quizás por ello, trabajan tan fuerte para crear la ilusión de la banalidad. El camerino de visitantes en Detroit, por citar un ejemplo, tiene una mesa con cartones de golosinas como Dubble Bubble (tres sabores), platos con Jolly Ranchers, Salvavidas, Big Red, Tootsie Pops y Blow Pops, tres clases distintas de barras de proteínas, dispensadores de ositos Gummi, maní, caramelos y chocolates Reese's Pieces, cubetas de semillas de girasol en bolsas de tres tamaños distintos. Esto crea la apariencia de la distracción, como la promesa de un dulce luego de ir al pediatra, pero al menos esto hace que el camerino aparente ser un lugar divertido.

Ocasionalmente, sin embargo, una anormalidad cruza estas puertas, un hombre que juega este purgatorio de deporte con felicidad y brillo, un hombre cuya sonrisa no sólo aparece (y aparece frecuentemente), sino que hace erupción. Patrulla una extensa área cerca de la tercera base, un país de maravillas rodeado (apenas) por la segunda base, el jardín izquierdo y el plato. Bajo su camiseta, viste una franela con la frase "¡Ponle acento!" en español. Manny Machado puede ser muchas cosas, pero infeliz no es. Rayos, incluso su nombre, con sus consonantes que aparentan ser un ejercicio de enunciación, suena divertido.

Machado es estrella y símbolo, un dominico-estadounidense de 24 años de edad nativo de Miami que convive entre dos culturas y reside en una tercera. El béisbol está cambiando o quizás, para ser más precisos, está siendo cambiado. Gradualmente y a veces, a regañadientes, la cultura del béisbol está desechando las formas de sus abuelos ceremoniosos. Las estrellas jovenes de este deporte, sus Bryants y Lindors, Harpers y Arenados e incluso su Trout, tan inhibido él, traen un brillo al béisbol que está borrando aquella represión que se escandaliza con muestras públicas de felicidad y le rinde tributo a aquellos que lo hacen ver tan difícil como sea posible.

Pensamos de una forma que nos hace decir 'fuera lo viejo y entra lo nuevo'", dice Machado. "Nos gusta divertirnos, salir y disfrutar. Siempre con una sonrisa en nuestros rostros, jugando el deporte que amamos".

Machado se mueve con una soltura que coquetea con la elegancia. Sus saltos sin fin y su fluidez inusual han creado hasta leyendas (posiblemente exageradas) sobre su creación. Ha sufrido cirugías idénticas en cada rodilla, una en 2013 y otra en 2014. El manager de los Orioles Buck Showalter afirma: "Estaban tan sueltas que necesitaban ser pegadas, por lo que fue bueno para nosotros que se arreglara las dos cuando era más joven". Eso significa que la soltura de Machado es tanto fisiológica como de estilo.

"La forma en la que juega... Sin quedarse con nada, no es sólo de él, es ese arrojo que tienen los chicos de Miami", indica el jardinero central de los Orioles Adam Jones. "Uno lo ve, se sabe que es de Miami".


"Solo tenemos que divertirnos y salir allá afuera a disfrutar", dijo Machado. "Siempre con una sonrisa en nuestros rostros, solo jugando el juego que amamos". THOMAS B. SHEA/USA TODAY SPORTS
Machado pasa aquellos momentos tranquilos en el estadio revisando las tribunas, como si cada una de las caras presentes tuviera información importante que conocer. Debe ser el líder de la liga en arrojar pelotas a los aficionados. Saluda a cada corredor que llega a la tercera, y a algunos a los cuales no llegan, al chocar su guante con la espalda del corredor. Habla con umpires, catchers y cualquiera que lo desee escuchar en dos idiomas.

Machado y el intermedista Jonathan Schoop han sido amigos desde que comenzaron juntos en ligas menores en 2010, y ambos, de forma independiente, apuntan a la foto que cuelga en la sala de entrenamientos, que los muestra celebrando su campeonato en 2011 en el equipo Clase A sencilla en Frederick. Discuten sobre todo y todos: ajedrez, video juegos, fildeo, bateo. Hay días en los cuales se denominan como amigos y otros solo compañeros de equipo. Es un chiste frecuente; un amigo es alguien con quien conversas de todo, incluyendo tus cosas personales, mientras que tu compañero de equipo está ahí solo para jugar béisbol contigo. No es claro dónde están los límites y qué comprenden.

"Hay veces en las cuales a él no le gusta que le diga la verdad", dice Schoop en un día de primavera en el cual Machado, por razones aún sin especificar, quiere que todos sepan que es día de "Sólo Compañeros". "Por eso peleamos mucho. Cada día tenemos algo por lo cual discutir. Pelearemos hoy, y a los dos minutos ya estaremos bien".

Más temprano en el día, sentado en el dugout cuatro horas antes del partido, Machado es acompañado por el catcher Welington Castillo. "El Niiiiii-ño," Machado le dice al compañero que conoció por primera vez cuando jugaron para República Dominicana en el Clásico Mundial de Béisbol este año. "Es mi chico, este que está aquí. Dice la verdad, me mantiene con los pies en la tierra".

"Un poquito", me dice, entre risas.


Todo esto nos indica: Machado no es, de acuerdo a cualquier definición racional, ser uno de aquellos peloteros que se faja. Aunque esto es engañoso. Indique esto a cualquiera de sus compañeros y dicho compañero le verá con expresión de molestia. Oh, y le dirá en el tono de voz de un gran oráculo, que Machado sí se faja, y que sugerir lo contrario, o sea, sugerir que juega al béisbol con una felicidad sin preocupaciones que lo hace inmune a los fuertes rigores de la pelota, es cometer un acto de blasfemia que desafía cualquier clasificación. Le trato de preguntar a Jones, otro hombre que parece encontrarse en una relación monógama con la felicidad, que explique la habilidad que tiene Machado de hacer que una dura jugada parezca divertida, y lo mejor que puedo hacer es preguntarle: "¿Crees que juega al béisbol con una facilidad que hace que la gente..."


"¿Le tenga envidia?" interrumpe Jones. "Sí, juega con esa facilidad que hace que la gente le tenga envidia. Cuando hace cualquier jugada, lo hace parecer fácil. Cuando comete un error, si alguien ve esa misma actitud de despreocupación, piensan que no le importa. Pero, 10 minutos antes, vieron una jugada que nadie ha hecho en mucho tiempo. Hay quienes deben trabajar más duro para conseguir las cosas más simples, pero él no tiene que hacerlo".

No se equivoquen, Machado se faja. Les dirá que él se faja porque es algo que se debe hacer. Se faja en cada partido, cada turno, cada pitcheo. Te fajas o quedas fuera, es tan simple como eso. Quizás sea una carga divertida, pero sigue siendo una carga, y a veces, el divertirse viene con un precio.

BUCK SHOWALTER SE SIENTA en su escritorio en el Oriole Park at Camden Yards mostrándose sumamente perplejo. Ha dirigido a Machado desde que el tercera base llegara a vestir el uniforme de los Orioles hace casi cinco años atrás cuando tenía 20 años y se esperaba que su futuro determinara el destino de la franquicia. Es un protector de Machado. Hace dos años, hizo el paso extraordinario de visitar al gerente general del condominio en el cual Machado vivía con su esposa, Yainee, luego de escuchar que un vecino estaba acosando a Yainee cuando Manny se encontraba fuera de la ciudad. "Esto es algo importante para la ciudad de Baltimore", Showalter le dijo. El vecino se quedó tranquilo.

Por Tim Keown / ESPN Magazine

No hay comentarios.

Con tecnología de Blogger.