#Opinión: El síndrome que pudo provocar la decepcionante campaña de los Piratas
Tengo una teoría sobre los Piratas de Pittsburgh de 2016 que nunca podrá ser probada sin la aplicación del suero de la verdad y el paso del tiempo, luego de que los jugadores tengan oportunidad de reflexionar sobre cómo se evaporó su temporada.
Hay muchas razones por las cuales los Piratas están a un tris de quedar fuera de la carrera por los Playoffs (con su derrota el sábado, sumaron su décimo revés en los últimos 12 juegos). Su pelotero más importante, Andrew McCtuchen, tiene la peor temporada de su carrera y Gerrit Cole ha sido golpeado por las lesiones, Jung Ho Kang se convirtió en parte crucial de su equipo en 2015 antes de su lesión en la pierna, la cual lo mantuvo fuera de acción hasta el 6 de mayo y lo ha limitado a 83 juegos.
Pero, me pregunto si los Piratas sufrieron el síndrome del Juego de Comodín.
Para junio, su rival divisional, los Cachorros de Chicago, habían impuesto un ritmo impresionante al construir una ventaja de dos dígitos sobre Pittsburgh, así que los Piratas sabían que su única oportunidad de llegar a la postemporada sería a través del juego de vida o muerte que no ha sido nada amable con ellos los últimos dos años. Me pregunto si eso dañó su esperanza.
Actualmente, hay muchos equipos peleando como locos por esos lugares como comodín, incluidos los Marineros de Seattle y los Yankees de Nueva York en la Liga Americana y los Mets de Nueva York en la Nacional.
En 2013, Pittsburgh ganó el Juego de Comodines ante los Rojos de Cincinnati, pero hace dos años, los Piratas terminaron la temporada regular como el mejor equipo en Grandes Ligas; Francisco Liriano y Cole estaban lanzando bien y tenían un potente bullpen. Pero Madison Bumgarner fincó los cimientos de la leyenda que construiría ese otoño en el duelo de comodines de la Nacional en Pittsburgh, limitando a los Piratas a sólo cuatro hits.
Nueve exitosos meses de preparación se desvanecieron en un lapso de tres horas y 12 minutos.
El año pasado, los Piratas tuvieron otra tremenda temporada al terminar segundos en las Mayores en victorias con 98. Pero, debido a que los Cardenales de San Luis ganaron el título de la Central de la Nacional con 100 victorias, Pittsburgh fue relegado otra vez al Juego de Comodines. Bumgarner los había vencido en el primer acto de la que fue la obra más grande pitcheo en la historia de la postemporada en 2014 y en 2015, enfrentaron a Jake Arrieta, quien llegaba de montar el mejor desempeño tras la pausa del Juego de Estrellas en la historia de las Mayores -y Arrieta, como Bumgarner, los dominó.
En los campamentos de primavera, algunos jugadores de los Piratas se quejaron del formato de eliminación a un juego, de cómo no parecía correcto que un deporte en el que se trabaja durante meses, terminara de forma tan abrupta.
Así que, el 19 de junio, los Piratas estaban atrás de los Cachorros por 15 juegos, estaban en un bache profundo y la realidad les pegó de lleno. Aunque pudieran recuperar terreno, estaban destinados a ser, en el mejor de los casos, un equipo comodín, para enfrentar, quizá, a Noah Syndergaard, Bumgarner o a Clayton Kershaw.
Para un equipo que trabajó hizo lo necesario para ganar algo más que un boleto como comodín a Playoffs y cayó eliminado rápidamente, su perspectiva sobre este premio de consolación quizá sea algo diferente a la que tienen grupos jóvenes como los Yankees o como los Marineros, que intentan jugar en octubre por primera vez en 15 años.
Los Piratas quizá hayan sido afectados emocionalmente por la decisión de la directiva de cambiar al cerrador Mark Melancon -que fue lo correcto--, aunque el taponero hubiera dejado al equipo como agente libre al final de la temporada. En lugar de ello, Pittsburgh consiguió al excelente y joven relevista Felipe Rivero.
Quizá el cambio de Liriano fue interpretado negativamente por los Piratas, aunque Liriano había lanzado mal esta temporada y su remplazo en la rotación, Iván Nova, ha sido espectacular.
Cualquiera que sea la razón, los Piratas no han lucido como antes para los rivales, que les tenían gran respeto por la ferocidad y atención a los detalles que vieron en Pittsburgh el último par de años.
Esta clase de intensidad no ha estado con los Piratas esta temporada, los scouts y directivos así lo creen y los peloteros saben con seguridad si su deseo de pelear por un lugar como comodín en Playoffs fue afectado por cómo Bumgarner y Arrieta los mandaron de regreso a casa los últimos dos años.
Por Buster Olney / ESPN Deporte
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